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Foto del escritorAlfonso López Orrante

Raisi, un presidente altamente temido

Era conocido como el “Carnicero de Teherán”, por el número de presos que mando a ejecutar.



El presidente de Irán, el aultraconservador Ebrahim Raisi, de 63 años, murió el pasado domingo en un siniestro de helicóptero en la provincia montañosa de Azerbaiyán oriental, estaba llamado a ser el relevo del Ayatolá Ali Jamenei y era conocido como el “Carnicero de Teherán”, por el número de presos que mando a ejecutar.

 

Raisi fue siempre más allá que sus antecesores, se atrevió a lanzar un ataque bélico contra Israel en respuesta a la ofensiva israelí a la embajada de Irán en Damasco, Siria, donde murieron siete personas, entre ellas, Mohammed Reza Zahedi, el oficial militar iraní de mayor rango desde la muerte del ex comandante de las Fuerzas Quds de la Guardia Revolucionaria, Qassem Soleimani.



Ataviado siempre con un turbante y un largo abrigo negro religioso, el difunto presidente Raisi dirigía Irán desde 2021 en un contexto tenso en el plano internacional y de protestas dentro del país, por sus políticas extremas, sobre todo, contra las mujeres y en favor del uso “correcto” del velo islámico en público.

 

Precisamente, en 2022 la Policía de la Moral asesinó a la joven kurda Mahsa Amini, tras ser arrestada por no utilizar de manera correcta el velo, esa acción provocó fuertes brotes de protestas, que a su vez derivaron en una serie de ejecuciones a civiles que protestaron, era el sello del gobierno de Raisi.

 

Bajo la administración de Raisi, la aplicación de la "ley de castidad y hiyab" se intensificó drásticamente. Además, Irán restringió los derechos de las mujeres a la atención de salud sexual y reproductiva en un intento de aumentar la población.

 

De hecho, Raisi era un Ayatolá de 63 años, era considerado un ultraconservador y un firme defensor de la ley y el orden, que se presentaba como el defensor de las clases desfavorecidas y de la lucha contra la corrupción.

 

Fue elegido, el 18 de junio de 2021, en primera vuelta en unos comicios marcados por una abstención récord para unas presidenciales, y en ausencia de ningún rival de peso. Sucedió al moderado Hasan Rohani, que lo había derrotado en las presidenciales de 2017 y que, tras dos mandatos consecutivos, no pudo volver a presentarse.

 

En los últimos meses, Raisi se había mostrado como un firme adversario de Israel, archienemigo de la República Islámica, apoyando a Hamas desde el 7 de octubre, cuando empezó la guerra en la Franja de Gaza entre el Estado hebreo y el movimiento islamista palestino.

 

Irán lanzó un ataque inédito el 13 de abril contra Israel, con 350 drones y misiles, la mayor parte de los cuales fueron interceptados con la ayuda de Estados Unidos y de otros países aliados.

 

Figuraba en la lista negra estadounidense de dirigentes iraníes sancionados por "complicidad" en "graves violaciones de los derechos humanos", unas acusaciones que las autoridades de Teherán rechazan.

 

Raisi se desempeñó como fiscal general de Teherán entre 1989 y 1994, ganándose el apodo de "Carnicero de Teherán" por su participación en la llamada comisión de la muerte, que ordenó la ejecución de hasta cinco mil prisioneros políticos.

 

Luego, en 1994, fue nombrado presidente de la Oficina de Inspección General, que supervisa la legalidad del gobierno, antes de ascender en las filas del sistema judicial hasta convertirse en el presidente del Tribunal Supremo del país. Raisi se postuló para presidente en 2017 y perdió, antes de ser elegido en 2021.

 

En 2016, el guía supremo Ali Jamenei lo puso al frente de la poderosa fundación benéfica Astan Quds Razavi, que gestiona el santuario del Imán Reza en Mashad además de un enorme patrimonio industrial e inmobiliario.


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El historial de Raisi en el seno del sistema judicial derivó además en que el expresidente de Estados Unidos Donald Trump impusiera sanciones contra él en 2019 –cuando era ya fiscal general de Irán– por la ejecución de personas por delitos cometidos cuando eran menores de edad y por la represión de las protestas prodemocráticas del Movimiento Verde tras las elecciones de 2009, en las que se impuso Mahmoud Ahmadinejad entre denuncias de fraude de la oposición.

 

Una de sus principales herramientas de gobierno fue uso de la pena de muerte para infundir miedo, por eso ha sido condenado y estudiado por organizaciones de derechos humanos, incluido un informe de Amnistía Internacional titulado 'No dejes que nos maten': la crisis de ejecuciones implacables de Irán desde el levantamiento de 2022. 

 

Para muestra un botón, el año pasado se registraron 853 ejecuciones en Irán, la cifra más alta en un solo año desde 2015.

 

Raisi, hombre poco carismático, de barba canosa, gafas finas y siempre ataviado con un turbante negro de "seyyed" (descendiente de Mahoma), cursó las clases de religión y de jurisprudencia islámica del Ayatolá Jamenei.

 

Casado con Jamileh Alamolhoda, profesora de Ciencias de la Educación en la Universidad Shahid-Beheshti de Teherán, con quien tuvo dos hijas –ambas con títulos de educación superior–.

 

El fallecido Presidente era yerno de Ahmad Alamolhoda, imán de la oración y representante provincial del guía supremo en Mashad, segunda ciudad del país.

 

Probablemente consciente de que necesitaba unir a una sociedad iraní dividida por la cuestión de las libertades individuales, durante la campaña electoral de 2021 se comprometió a erigirse en defensor de la "libertad de expresión" y de los "derechos fundamentales de todos los ciudadanos iraníes".

 

Pero como buen político eran solo palabras, porque la libertad de expresión es inexistente al igual que las libertades individuales, sobre todo, de las mujeres iraníes, la realidad en Irán es que esta muerte no cambia en nada el estilo de gobierno teocrático, al final el que decide todo el Ayatolá Ali Jamenei. O usted, ¿qué cree? 

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