Muchas mujeres y hombres de Nir Oz han dedicado su vida a ir hasta Gaza.
Los senderos que conectan las casas en el kibutz (comuna agrícola) Nir Oz parecen detenidos en el tiempo. El lugar ha quedado inmóvil desde el amanecer del 7 de octubre del 2023, cuando tres comandos del grupo propalestino Hamas arribaron en camionetas, motos y tractores para atacar a sus habitantes.
La destrucción es visible. En cualquier casa se puede ver el daño: decenas de construcciones totalmente quemadas, miles de impactos de bala en las paredes y juguetes olvidados por los niños.
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Los habitantes de Nir Oz fueron las primeras víctimas de aquel 7 de octubre que significó para Israel un quiebre en la percepción sobre su seguridad o, como dicen muchos, un 11 de Septiembre que desató, una vez más, la guerra en la Franja de Gaza.
“Fue nuestra responsabilidad, nos equivocamos, pero créanme que no hemos dormido para solucionar la situación”, afirma Roni Kaplan, portavoz del Ejército israelí durante un recorrido por lo que queda del kibutz.
Reconoce que apenas unos días antes del ataque, la seguridad militar había disminuido en la zona y que el día de la agresión los habitantes de Nir Oz quedaron a disposición de los militantes de Hamas durante ocho horas, pues el Ejército no llegó.
De las 417 personas que vivían en el lugar, varias de ellas latinoamericanas, 100 fueron asesinadas o secuestradas. En la actualidad, sólo siete personas han regresado al kibutz, el cual fue evacuado en su totalidad tras el ataque y permanece resguardado por el Ejército.
Algunos otros civiles israelíes regresan de vez en cuando a colaborar con la reconstrucción de las viviendas afectadas.
“Aquí no solo vinieron combatientes de Hamas, en la tercera oleada de ataques también llegaron civiles palestinos quienes se llevaron cadáveres y secuestraron a israelíes que luego vendieron a Hamas”, afirma Gabriel Chocron, portavoz en reserva del Ejército.
Agrega que los kibutz tienen un origen socialista y que la gran mayoría de sus habitantes son gente de izquierda, humanista, muy vinculada a la “causa palestina”, crítica en muchos aspectos del gobierno de Israel.
“Muchas mujeres y hombres de Nir Oz han dedicado su vida a ir hasta Gaza, buscar gente enferma y traerla a los hospitales de Tel Aviv para que hicieran sus tratamientos oncológicos. Por ejemplo Ofelia, argentina secuestrada y liberada”, agrega Chocron parado delante de la casa de Ofelia Roitman.
La mujer de 77 años pasó 53 días secuestrada. La mayor parte del tiempo, según ella misma contó tras su liberación, la tuvieron en una casa vacía, sometida a diferentes tormentos como el hambre. “Las víctimas de Hamas eran personas que pedían por la coexistencia pacífica de dos pueblos y dos Estados”, aclara el portavoz militar.
Más adelante, se ingresa a otro edificio baleado. Dice que el olor del comedor comunitario de la escuela de Nir Oz es porque allí, en sus recámaras, se apilaron los cadáveres. “Era un olor insoportable”, dice.
Algunos gatos que caminan por las calles y un pavorreal son las únicas muestras de vida en el lugar, que hasta hace 195 días era considerado como el santuario natural más grande en medio del desierto y que hoy, sólo espera el regreso de los 37 secuestrados que aún mantiene Hamas en alguna parte de la Franja de Gaza, apenas a mil 600 metros del kibutz.
En total, fueron 10 los kibutz atacados por más de mil 200 miembros de Hamas que ingresaron armados a Israel por aire, mar y tierra. En otro frente, en un festival de música electrónica, los comandos irrumpieron en la celebración musical en paracaídas, materializando la peor matanza del día, con registros de al menos mil víctimas mortales, la mayoría civiles.
La ofensiva en represalia de Israel en Gaza ha causado la muerte de 33 mil 970 personas, en su mayoría civiles, según el Ministerio de Salud de Hamas.
El secretario general de la ONU, Antonio Guterres, dijo ayer que la ofensiva israelí ha generado un “infierno humanitario” para los civiles, y advirtió sobre el peligro de que se desate un gran conflicto regional.
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