La agricultura salina puede prosperar en regiones costeras y deltas, donde el agua salina es abundante y los recursos de agua dulce son limitados
El noroeste de México, caracterizado por su clima árido y su importante producción agrícola, enfrenta una crisis hídrica que amenaza la seguridad alimentaria y la economía regional. La agricultura salina surge como una solución innovadora, con proyectos experimentales en Mexicali y San Luis Río Colorado que podrían transformar este desafiante panorama.
Contexto
El agua es un recurso esencial para la vida, la agricultura y las actividades económicas. Sin embargo, gestionar este recurso de manera sostenible es un desafío global. En el noroeste de México, regiones como el desierto de Sonora enfrentan una escasez de agua que impacta severamente la agricultura y el suministro de alimentos.
Aproximadamente el 70 por ciento del agua dulce mundial se destina a la agricultura, y una gestión ineficiente puede reducir los rendimientos de los cultivos hasta en un 50 por ciento, afectando significativamente la rentabilidad agrícola.
El agua
La escasez de agua afecta a miles de millones de personas y vastas extensiones de tierras agrícolas en todo el mundo. En el noroeste de México, una gestión eficaz del agua es crucial para asegurar su disponibilidad para consumo humano, irrigación y procesos industriales.
La agricultura, como principal consumidora de agua dulce, es especialmente vulnerable a esta escasez, amenazando el suministro global de alimentos.
En respuesta a estos desafíos, la agricultura salina ha surgido como una solución prometedora. Esta práctica utiliza plantas tolerantes a la sal, cultivadas en entornos salinos, y aprovecha los beneficios de los ecosistemas azules, como los manglares y las praderas marinas.
Estos ecosistemas capturan y almacenan dióxido de carbono de manera más eficiente que los bosques terrestres, contribuyendo significativamente a la mitigación del cambio climático. La adopción de estas prácticas se alinea con la visión de “prosperidad compartida” al generar bienestar y sustentabilidad en las regiones afectadas.
El potencial de la agricultura salina:
La agricultura salina puede prosperar en regiones costeras y deltas, donde el agua salina es abundante y los recursos de agua dulce son limitados. Al cultivar cultivos tolerantes a la sal, no solo se utiliza el agua salina, sino que también se mejora la captura y almacenamiento de carbono. Esto transforma la agricultura de ser un contribuyente al calentamiento global a ser parte de la solución.
La relocalización de estas prácticas puede generar cadenas productivas, transferencia tecnológica e innovación, vinculando la investigación científica con sectores estratégicos, tal como se menciona en los principios de planeación territorial para el desarrollo.
La viabilidad comercial de la agricultura salina es significativa, especialmente en áreas donde la salinización ha hecho inviables las prácticas agrícolas tradicionales. Esto puede impulsar su adopción a gran escala, reduciendo la dependencia de subsidios gubernamentales y permitiendo que los fondos se dirijan a otros proyectos críticos, como la tecnificación del riego agrícola y las políticas de reutilización de agua.
Caso particular: Mexicali y San Luis Río Colorado:
Mexicali y San Luis Río Colorado, ubicados en el noroeste de México, enfrentan grandes desafíos hídricos tanto como ciudades como centros agrícolas. La región depende en gran medida del río Colorado para su suministro de agua, cuya disponibilidad está cada vez más comprometida por el uso excesivo y el cambio climático.
El sector agrícola en estos valles se ve particularmente afectado por la escasez de agua, amenazando la producción local de alimentos y la estabilidad económica.
Mexicali, en Baja California, es una región ideal para proyectos de agricultura salina. Las mareas altas del Golfo de California empujan entornos salinos hacia el delta del río Colorado, creando condiciones óptimas.
Al adoptar prácticas agrícolas innovadoras y aprovechar estas condiciones naturales, Mexicali puede abordar sus problemas de agua, mejorar la seguridad alimentaria y contribuir a la sostenibilidad ambiental. La planeación, diseño y coordinación de proyectos de inversión en infraestructura estratégica son esenciales para asegurar el éxito de estas iniciativas.
San Luis Río Colorado, en Sonora, comparte muchos de los desafíos de Mexicali. Con un clima árido y una fuerte dependencia del agua del río Colorado, la región enfrenta una crisis hídrica similar. La implementación de la agricultura salina en esta zona podría no solo resolver problemas locales de agua, sino también establecer un modelo replicable en otras regiones áridas del mundo. La inclusión de mujeres, jóvenes y mipymes en
estos proyectos puede potenciar la economía local y fomentar la sostenibilidad.
Conclusión:
Profundizar en proyectos de agricultura salina en el noroeste de México, es hacer frente con innovación y tecnología los desafíos del agua, que además también podría transformar estas regiones en modelos de sostenibilidad agrícola y ambiental. Aprovechando los beneficios de los ecosistemas azules y las prácticas agrícolas tolerantes a la sal, el noroeste de México puede liderar el camino hacia un futuro más sostenible y resiliente frente a los desafíos climáticos y de recursos hídricos.
La visión de “prosperidad compartida” se materializa a través de la implementación de políticas públicas que promuevan el bienestar, la sustentabilidad y la inclusión en el desarrollo económico.
Коментарі