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Christian A. Bertacchini

La agricultura salina como caja de herramientas para combatir la  escasez de agua en el noroeste de México 

La agricultura salina puede prosperar en regiones costeras y deltas, donde  el agua salina es abundante y los recursos de agua dulce son limitados







El noroeste de México, caracterizado por su clima árido y su importante  producción agrícola, enfrenta una crisis hídrica que amenaza la seguridad  alimentaria y la economía regional. La agricultura salina surge como una  solución innovadora, con proyectos experimentales en Mexicali y San Luis  Río Colorado que podrían transformar este desafiante panorama. 


Contexto


El agua es un recurso esencial para la vida, la agricultura y las actividades  económicas. Sin embargo, gestionar este recurso de manera sostenible es  un desafío global. En el noroeste de México, regiones como el desierto de  Sonora enfrentan una escasez de agua que impacta severamente la  agricultura y el suministro de alimentos.


Aproximadamente el 70 por ciento del agua  dulce mundial se destina a la agricultura, y una gestión ineficiente puede  reducir los rendimientos de los cultivos hasta en un 50 por ciento, afectando  significativamente la rentabilidad agrícola. 



El agua


La escasez de agua afecta a miles de millones de personas y vastas  extensiones de tierras agrícolas en todo el mundo. En el noroeste de  México, una gestión eficaz del agua es crucial para asegurar su  disponibilidad para consumo humano, irrigación y procesos industriales.


La  agricultura, como principal consumidora de agua dulce, es especialmente  vulnerable a esta escasez, amenazando el suministro global de alimentos.


En respuesta a estos desafíos, la agricultura salina ha surgido como una  solución prometedora. Esta práctica utiliza plantas tolerantes a la sal,  cultivadas en entornos salinos, y aprovecha los beneficios de los  ecosistemas azules, como los manglares y las praderas marinas.


Estos  ecosistemas capturan y almacenan dióxido de carbono de manera más  eficiente que los bosques terrestres, contribuyendo significativamente a la  mitigación del cambio climático. La adopción de estas prácticas se alinea  con la visión de “prosperidad compartida” al generar bienestar y  sustentabilidad en las regiones afectadas. 


El potencial de la agricultura salina: 


La agricultura salina puede prosperar en regiones costeras y deltas, donde  el agua salina es abundante y los recursos de agua dulce son limitados. Al  cultivar cultivos tolerantes a la sal, no solo se utiliza el agua salina, sino  que también se mejora la captura y almacenamiento de carbono. Esto  transforma la agricultura de ser un contribuyente al calentamiento global a  ser parte de la solución.


La relocalización de estas prácticas puede  generar cadenas productivas, transferencia tecnológica e innovación,  vinculando la investigación científica con sectores estratégicos, tal como se  menciona en los principios de planeación territorial para el desarrollo.


La viabilidad comercial de la agricultura salina es significativa,  especialmente en áreas donde la salinización ha hecho inviables las  prácticas agrícolas tradicionales. Esto puede impulsar su adopción a gran  escala, reduciendo la dependencia de subsidios gubernamentales y  permitiendo que los fondos se dirijan a otros proyectos críticos, como la  tecnificación del riego agrícola y las políticas de reutilización de agua.


Caso particular: Mexicali y San Luis Río Colorado: 

Mexicali y San Luis Río Colorado, ubicados en el noroeste de México,  enfrentan grandes desafíos hídricos tanto como ciudades como centros  agrícolas. La región depende en gran medida del río Colorado para su  suministro de agua, cuya disponibilidad está cada vez más comprometida  por el uso excesivo y el cambio climático.


El sector agrícola en estos valles  se ve particularmente afectado por la escasez de agua, amenazando la  producción local de alimentos y la estabilidad económica. 


Mexicali, en Baja California, es una región ideal para proyectos de  agricultura salina. Las mareas altas del Golfo de California empujan  entornos salinos hacia el delta del río Colorado, creando condiciones  óptimas.


Al adoptar prácticas agrícolas innovadoras y aprovechar estas  condiciones naturales, Mexicali puede abordar sus problemas de agua,  mejorar la seguridad alimentaria y contribuir a la sostenibilidad ambiental.  La planeación, diseño y coordinación de proyectos de inversión en  infraestructura estratégica son esenciales para asegurar el éxito de estas  iniciativas.


San Luis Río Colorado, en Sonora, comparte muchos de los desafíos de  Mexicali. Con un clima árido y una fuerte dependencia del agua del río  Colorado, la región enfrenta una crisis hídrica similar. La implementación  de la agricultura salina en esta zona podría no solo resolver problemas  locales de agua, sino también establecer un modelo replicable en otras  regiones áridas del mundo. La inclusión de mujeres, jóvenes y mipymes en 

estos proyectos puede potenciar la economía local y fomentar la  sostenibilidad. 


Conclusión: 

Profundizar en proyectos de agricultura salina en el noroeste de México, es  hacer frente con innovación y tecnología los desafíos del agua, que  además también podría transformar estas regiones en modelos de  sostenibilidad agrícola y ambiental. Aprovechando los beneficios de los  ecosistemas azules y las prácticas agrícolas tolerantes a la sal, el noroeste  de México puede liderar el camino hacia un futuro más sostenible y  resiliente frente a los desafíos climáticos y de recursos hídricos.


La visión  de “prosperidad compartida” se materializa a través de la implementación  de políticas públicas que promuevan el bienestar, la sustentabilidad y la  inclusión en el desarrollo económico.


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