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  • Foto del escritorEl Sol de México

La cruz que mueve a Xochitepec: Una tradición viva con más de 100 años

Los pobladores de Santa Cruz Xochitepec cargan una cruz de casi dos toneladas.


Desde hace 25 años Antonio Fuentes forma parte de los 70 cargadores de la cruz del poblado de Santa Cruz Xochitepec, en Xochimilco, a casi 20 kilómetros del centro de la Ciudad de México.


Como desde hace más de un siglo cada 2 de mayo decenas de hombres que tienen una manda y desean pedir por la salud de un ser querido o hasta para que llueva y con ello sus flores y verduras se logren, se ofrecen para cargar esta cruz hecha de madera y recubierta de metal que mide alrededor de seis metros de altura y pesa casi dos toneladas.



Tengo muchas mandas, pero la que sí puedo decir es que este año cargo por la salud de mi familia”, dice Antonio.


Cargar la cruz no es algo sencillo, pues el primer paso es tener la voluntad de subir dos kilómetros y medio del Cerro de Las Flores. El camino es empinado, con grava y tierra suelta que dificulta el andar. Cada persona tarda entre 40 minutos hasta una hora y cuarto en llegar a la cima.


Debido a la dificultad del camino, la mayor parte de los asistentes son los pobladores más jóvenes o los que se consideran con mayor fortaleza de Xochitepec.


“Si esto fuera fácil, todos mentirían sobre su fe. Solo llegan hasta arriba los que tienen confianza en que Dios socorre”, dice Mario, poblador y devoto desde hace más de 30 años.


Juan Tomás tiene algunos problemas de salud y para pedir su bienestar sube el cerro desde hace nueve años.


“Me encomiendo a Dios, pido por mi salud, por mi familia y la unión, y subo. Es un acto de fe y de agradecimiento porque todo sigue su camino”, dice Juan.


Cada año, un hombre de Xochitepec es elegido por la capilla de Santa Cruz para ser nombrado mayordomo y encargarse de elegir a sus cargadores. Este año le tocó a Jesús Perea, quien esperó varios años para ser nombrado. La iglesia dijo que ya tiene voluntarios hasta el 2028.


Si bien te va, esperas dos años, pero sí es larga la fila de quien quiere ser mayordomo y organizar la bajada de la cruz”, dice Antonio Fuentes.


El mayordomo elige a sus acompañantes, entre ellos amigos y familiares, pero también voluntarios que como Antonio y su amigo José Gutiérrez se acercan para pedir una oportunidad.


Te comen los nervios, pero vas con fe y con voluntad. La grava está suelta, cada año mis compañeros nos apoyan con relevos. Las caídas a veces son dolorosas, pero para nosotros es parte de la fe porque la cruz no debe tocar el suelo”, dice Ernesto, quien este año pide por la unión de su familia.



A las 18:00 horas, cuando centenares de pobladores ya están en la cima del cerro, luego de más de 3 mil 300 pasos cuesta arriba, suenan "Las mañanitas" de un mariachi y llenan de listones de 16 metros de largo el crucifijo, cada tela es un deseo o una manda.


Mi familia puso un sendal, porque así se llaman los listones, hace casi 30 años. Pedimos por la salud de mi abuelo que lo operaron. Para cada familia es algo muy importante cada sendal”, explicó Iris, quien desde la época de sus bisabuelos, habita este lugar.


Mientras esto ocurre, mujeres, hombres y niños descansan y toman aire, además de ver la ciudad y sus edificios ubicados a decenas de kilómetros de distancia.


Una hora después empieza la travesía de regreso a la iglesia. 70 hombres juntan sus fuerzas y entre las piedras sueltas y la bajada pronunciada, inician el camino que dura más de dos horas.


Cada cargador de la cruz debe llevar una faja, es necesario y obligatorio, pues el peso es demasiado, tanto que, con los años, a cada voluntario se le forma una joroba.

“Se hace callo por el peso. Todos tenemos una joroba y es lo que nos diferencia”, asegura Ernesto.


A las 21:00 horas la cruz llega a la capilla del pueblo, junto a otros dos crucifijos monumentales, dando inicio a las celebraciones del 3 de mayo, Día de la Santa Cruz.

Los pobladores descansan después de casi cuatro horas de esfuerzo, truenan cohetes, beben y comen algo, para recuperar fuerzas.


Las fiestas duran tres días. El 6 de mayo el mayordomo y sus cargadores recorren todo el pueblo con las cruces y a las 18:00 hotas la regresan a la punta del cerro para que desde lo alto, cuide y vigile a todo Xochitepec, como desde el siglo antepasado ha hecho.



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